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domingo, 16 de octubre de 2011

HOMOFOBIA


Artículo escrito por Marípili Hernández contra la Homofobia


Posiblemente pocos temas sean tan polémicos y despierten tantas y tan apasionadas opiniones como disertar sobre los derechos de los homosexuales. Este es uno de los pocos tópicos que puede llegar a generar discusiones incluso más acaloradas que el tema político, lo cual es mucho decir.

Cinco siglos de entrenamiento machista-religioso no pasan en vano y nos han convertido en una sociedad que se siente con el derecho de discriminar a las personas por sus preferencias homosexuales, simplemente porque los heterosexuales somos mayoría.

-Uno de cada tres-
Los estudios estadísticos actuales plantean que 30% o más de los hombres tiene inclinaciones homosexuales o bisexuales. Eso plantea que, en la práctica, uno de cada tres hombres puede sentir atracción por sus congéneres, independientemente de que nunca lo diga y ni siquiera se atreva a aceptarlo ante sí mismo.

En el caso de las mujeres el porcentaje es un poco menor; sin embargo, en nuestra sociedad, la presión social que se ejerce ante el género femenino permite que las lesbianas puedan expresarse con mayor libertad que los hombres.

-Aberración y vicio-
Vivimos en una sociedad en la cual se exalta al macho como una especie de ser superior de la raza humana y al que las mujeres deben rendir tributo y obediencia. Ante este modelo, muchos padres desean que sus hijos varones demuestren su masculinidad teniendo un sinnúmero de mujeres, y si las puede preñar mucho mejor, para que quede constancia de su supuesta hombría ante la sociedad.

El macho debe ser el que dé las órdenes y nunca debe bajar la cabeza ante nada. Evidentemente, tiene terminantemente prohibido llorar o mostrar el mínimo rasgo de sensibilidad que pueda hacerlo ver como un ser débil ante el resto de la especie.

Partiendo de que este es el modelo que nos han impuesto culturalmente, cualquier comportamiento que se aparte o lo contradiga es considerado aberrante o vicioso. Si los hombres deben ser violentos y masculinos, se debe castigar cualquier conducta sensible o afeminada.

Insólitamente, la misma sociedad que persigue con saña a los hombres que tienen preferencias por su mismo sexo, considera sexy y hasta estimula que las mujeres puedan tener experiencias íntimas con sus amigas, claro, siempre y cuando no se vaya a convertir en una relación estable y de pareja.

El fondo del asunto sigue siendo el mismo: el machismo. Un hombre nunca puede rebajarse a la condición inferior de la mujer al punto de ser sodomizado por otro hombre. Mientras tanto, se permite la relación entre dos mujeres, siempre y cuando sea para satisfacer las fantasías sexuales del macho de turno.

-Contra natura-
La mayoría de los furibundos criticadores de los homosexuales los tratan como enfermos mentales.

Plantean que sus preferencias son contra natura y que el problema de fondo es que sufren de una terrible distorsión del comportamiento que debe ser corregida.

Cuando llegamos a este punto, vale la pena preguntarse con cuántas cosas convivimos a diario que van en contra de la naturaleza humana.

Fumar, por ejemplo, no tiene sentido desde el punto de vista biológico. Los pulmones piden oxígeno, pero alguien, por su propia voluntad decide tragar el humo cargado de 876 componentes altamente dañinos a la salud. Usar zapatos altos, es otro ejemplo. Los pies no están diseñados para caminar sobre tacones de 10 centímetros. No tener sexo también es contra natura, pero nadie se mete con la decisión que toman los sacerdotes católicos o los seguidores de otras religiones que formulan estos votos motivados por su vocación.

En fin, podríamos hacer una lista larga de situaciones que van en contra del diseño original de la naturaleza, pero que no criticamos y ni siquiera nos preocupan, simplemente porque consideramos que es un problema de cada cual. Entonces, ¿por qué en el caso de los homosexuales no se emplea el mismo criterio, es decir, considerar que eso es un problema de cada quien? Bueno, pues sencillamente porque los homosexuales, con su comportamiento, atacan, ofenden y ponen en tela de juicio el status quo:
el del macho dominante. Esa es la razón fundamental por la que son discriminados con tanta furia por los mismos machos que temen perder su hegemonía.

-Amor, asco y violencia-
¿Puede una persona enamorarse de alguien de su mismo sexo? Definitivamente sí. Y está claro que para muchos una expresión sublime del amor es la sexualidad. Frente a esto ¿qué tiene de malo que dos personas adultas, en el libre ejercicio de su voluntad, decidan manifestarse amor mutuo a través de la intimidad?
Muchas personas hablan del asco que les produce la simple posibilidad de imaginarse la relación sexual entre personas de un mismo sexo.

Eso puede ser válido en la medida en que nadie obligue a otro a tener algún contacto íntimo que no desee. Con quién relacionarse o no debe ser un problema de cada cual.

Sin embargo, esos que hablan del asco que les produce las relaciones homosexuales, rara vez se escandalizan por las terribles e injustas persecuciones, agresiones, humillaciones, burlas o daños, de los que son víctimas muchas personas, simplemente porque tienen gustos diferentes. Esta discriminación insensata y salvaje sí que produce asco.

-Matrimonio homosexual-
En la actualidad, es motivo de discusión en muchos países el tema del matrimonio entre homosexuales.

Hasta la campaña presidencial de Estados Unidos ha tomado éste como un tema que se debe debatir.

Más allá de las consideraciones tradicionales de la familia como célula fundamental de la sociedad, la cual debe estar constituida por padre, madre e hijos, frutos del matrimonio, lo que habría que considerar es quién es uno para impedir que dos personas, libremente, decidan unir sus vidas por amor.

Son dolorosos e incontables los casos en que personas de un mismo sexo, que han vivido juntas toda una vida en una relación llena de amor, quedan en la calle porque su pareja fallece inesperadamente y el sobreviviente no tiene ningún derecho legal sobre los bienes que construyeron juntos.

La pareja homosexual tampoco puede tomar decisiones en cuanto a la salud de su compañero, en caso de una enfermedad grave y en la cual se requiera la firma, por ejemplo, para una operación. Porque legalmente sólo vale la firma de la familia directa, aunque esta misma familia lo haya discriminado toda una vida.

Los que se rasgan las vestiduras en contra del matrimonio homosexual tienen mucho cuidado de hacerse a la vista gorda ante la gran cantidad de matrimonios heterosexuales en donde la pareja calla amargamente la infidelidad de su cónyuge, seguramente con algún amigo de su mismo sexo. Muchos hombres y mujeres conforman un hogar heterosexual por la presión social y familiar, pero son matrimonios que nunca debieron haberse dado y que están condenados a la infelicidad.

-Ya basta-
El artículo 21 de la Constitución nacional prohíbe taxativamente la discriminación sexual. Las agresiones, humillaciones y malos tratos a los homosexuales van en contra expresamente del espíritu de nuestra Carta Magna. No permitir que dos personas adultas, en el libre ejercicio de su voluntad, contraigan matrimonio, también.

La homofobia debe terminar. Ya basta de esa brutal discriminación.

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